Lo odio por ser igual al resto, lo odio por hacerme creer que era diferente. Lo odio por decirme la verdad, y hacerme elegir. Y lo odio por no querer lo mismo que yo.
Su nombre no es mi karma, él no es mi tipo, y sin embargo me como la cabeza pensando porqué. Él no es mi karma dije, pero ésta situación si lo es. Me rompe en millones de pedazos no saber elegir. Me asusta que se repita todo como una historia sin fin. Y si lo tengo que odiar por algo, es por hacerme culpable de que esto suceda. No sé todavía quien puso las reglas, pero yo las seguí. No sé quien me hizo complice de este juego macabro pero yo me sumé. Y él sigue ahí con esa sonrisa que me puede. Sin embargo él sigue ahi, pero ahora parece que esta a millones de kilometros de mi. No sé porque ahora, ni se porque tenia que pasar. Capás me aburrí de mi vida sin amor, de que nadie me trate con delicadeza. Creo que por una vez quería saber lo que se sentía estar con alguien que no te maltrate, alguien que te cuide, y que te sepa respetar. Y también creo que esa persona llegó en el momento que menos quería. Lo necesitaba, si, pero no lo quería.
Me reuso a pensar que me gusta su forma de ser, me niego a creer que lo necesito. Es más, me gustaría eliminarlo de todos los lugares posibles para no volver a saber más nada de él, nuevamente. Me gustaría que me siga dando rechazo la idea de tenerlo cerca, que me siga pareciendo todo un juego en donde sólo yo salgo con las manos limpias. Pero no. Los roles cambiaron para el bien de él. Los roles cambiaron y ahora soy yo la maniática que no para de pensar, que no para de hacerse la cabeza, que no deja la paranóia de lado. Esa soy yo ahora, y por una vez lo entiendo.